He aquí, el primer capítulo.
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En las horas de la madrugada, el puerto
solitario de Martabat recibe a un visitante desconocido. Se escucha cómo la
canoa choca contra el pavimento y la madera y cómo su único tripulante sale de
allí. Dentro de un callejón oscuro se encontraba un soldado que hacía turno de
vigilancia; que al verle salió de su puesto de vigilia acercándose con lentitud
hacia él, quién vestía de ropas mojadas y desteñidas.
-¡Usted, el desconocido, venga, debemos
hablar. No puede entrar en esta ciudad, que aunque esté llena de borrachos
y vagabundos como su persona, aún sigue
siendo hermosa y justa! Esto es Martabat. Identifíquese.
El hombre desconocido escucha los
molestos gritos del soldado, y se dirige a él, sin ninguna alternativa.
-Yo soy Haid de Atróveran, una ciudad
utópica sólo para ustedes, miserables generales y comandantes, allí reprimen a
los nobles como esclavos ¡Y no es que yo sea uno! Ni esclavo, ni noble. Escapé
de aquel infierno, pero veo que me he encontrado con otro. Diga su nombre.