lunes, 3 de junio de 2013

Biblioteca de Orión. Magnus

Capítulos previos

La biblioteca de Orión, El inicio
La biblioteca de Orión: Segunda visita
La biblioteca de Orion, Una extraña aparición



Césare

Nunca había despertado en una biblioteca tan peculiar, o tan solitaria, pareciese que sólo las chicas de ayer venían a este lugar olvidado por la humanidad. Al despertar y levantarme, caminé por el gran salón de recepción, pero no estaba nadie, ni la señora Gala; podía tomar lo que quisiera.

Encontré un libro muy antiguo tirado en el suelo sucio del establecimiento, no le di importancia y seguí caminando observando la arquitectura y la forma de los pasillos, las paredes parecían barrocas, adornadas de infinidades de detalles innecesarios, no me gustaba mucho. En uno de los estantes de la biblioteca, encontré un libro escrito por un tal “Magnus”, sólo el nombre, sin apellidos, despertó mi curiosidad y lo abrí, pero tal artilugio estaba tan viejo, que varias hojas se desprendieron de su lomo; revisé la portada del libro, decía en letras grandes “MARTABAT – MAGNUS”, desconocía ambos nombres, debió de ser censurada en tiempos pasados, seguramente.

Volteé y vi a aquel libro viejo en el suelo, mi curiosidad despertó y lo levanté, lo abrí y revisé su primera página.

En ese mismo instante (pensando que leía) entré en un estado de inconsciencia, sentí que estaba en un desierto, con tormentas de arena que golpeaban mi cuerpo y hacían que se balanceara, no se veía nada más que a un caminante y su sombra a pocos metros de mí, el caminaba sin mirar atrás y sin prestar atención a mis llamados, levantaba sus piernas lo más alto para evitar la caída en la inestable base arenosa, intenté correr pero el acto fue fallido, la fuerza de la tormenta me tumbaba y el caminante simplemente, se alejaba de mí.


Me sentí solitario en aquel lugar, y me di cuenta, sólo por un segundo, que no estaba leyendo, estaba sucediendo de verdad; de pronto sentí que me levantaba alguien, vestido de ropas blancas y gruesas y abundantes, y se dirigió a una torre cercana para refugiarnos por el momento.
Al entrar a la torre compuesta de adoquín mohoso, el desconocido me dejó en el suelo, buscó una silla y se sentó al frente mío.

-Toma asiento- dijo con su voz tranquila, inspiraba seguridad.

Me levante y me senté en la silla más cercana, era una torre cerrada, sin ventanas, la arena se metía por debajo de la puerta y ensuciaba (más de lo que estaba) la sala.

-¿Quién eres?- me atreví a preguntarle.

Sin quitarse la capucha, me respondió – Tu salvador, Magnus- recordé el libro de la biblioteca, y saliendo  lentamente de ese estado inconsciente, recobré la memoria, ¡todo era inexplicable!, el hombre aún seguía sentado sin moverse y de una manera extraña, sentía que me observaba de varios lugares.

 – Has sido observado previamente a todo esto- comentó- Usted puede trabajar para mí, es más, debe trabajar para mí – ríe-  puesto que,  me debe la vida- Se levantó y puso su mano en mi hombro – Yo maté a los lobos-.

Miré a su capucha, deseando y temiendo, al mismo tiempo, que se la quitara. Sin dejarme hablar dice –Tu tarea será restaurar hasta dónde puedas el libro que perjudicaste- pausa- pues ese ha sido tu daño, y como filólogo, es tu trabajo. Luego me encontraré con usted de nuevo-.

Recobré los sentidos, y cada segundo que pasaba, la imagen de la torre se iba desvaneciendo, y volvía a sentir el libro en mis manos, ya sentía mis piernas erectas pero… aún yacía arena en mi cuerpo. Magnus, ¿me estaré volviendo loco?

Me dirigí a los sillones de la sala, esperando a que llegara Gala, mientras, sin cuestionar mi paranoia, leía el libro que supuestamente sería mi deber restaurar.

Riley

Aunque quisiera no podría, tampoco quería acercarme a ese viajero, prefería estar en el anfiteatro donde fantaseaba con los hermosos vestidos que parecían hechos para doncellas de la realeza y corría porque de alguna forma me sentía libre de hacerlo mientras no hiciera ruido, la reina había dicho que no le gustaba al dueño.  Phoenix me había enseñado una vez que a los magníficos les gustaba la calma y la quietud, supongo que a esto se refería... ¿me pregunto donde habitara mi corazón?

Hasta ahora no había pensado en ello... he conocido tantos lugares junto a él...

- ¿Con quién hablas Riley? - pregunto él - Con nadie maestro - le contesté y seguí corriendo - Es hora de irnos, pero esta vez sera diferente - dijo él - no quiero irme aún, quiero conocer un poco mas este lugar - respondí con ligereza, entonces de repente apareció aquel libro flotando frente a mi, esto era típico de él, varias veces había hecho este tipo de cosas y entonces al tocar el libro apareció ante mi una playa y allí estaba el mismísimo Phoenix, todo desapareció tan rápido como llego, tan solo fue un parpadeo, majestuoso.

-Espero estés bien Riley - suspiro la reina
-Estoy bien, espero no haberla preocupado mi Reina- respondí serena
-Por alguna razón siempre apareces desmayada en este salón de espejos- observó la Reina mirando a su alrededor
-No me había fijado en ello- conteste sonriente

Siempre había visto este lugar como una casa, incluso una vez llegue a preguntarme si este era mi hogar. Phoenix nunca habla de ello, pero es tan hermoso...

-Tienes una mirada algo soñadora Riley- dijo la reina irrumpiendo de pronto mi daydreaming
-¡gracias mi Reina, al menos no soy como el pobre de Gerard!- exclame entusiasmada
-¿Gerard?... ¿a quien te refieres con Gerard?- pregunto con asombro
-no tengo idea, solo se me vino a la cabeza- respondí mientras trataba de ponerme de pie
-de alguna forma creo que lo he leído en algún lugar...-

En ese momento sonaron las puertas del Palacio pero por el gran ruido no sabíamos si alguien se iba o alguien llegaba, mientras tanto yo me fui corriendo de nuevo al anfiteatro de Arlequin pero ya no estaba...
 de pronto se había transformado en una sala blanca en la que me quede encerrada y sin previo aviso una tormenta de colores me hizo quedar tumbada en algo suave, el ambiente se llenaba de un olor nuevo y fresco, cuando quise levantarme para ver donde estaba, él me sujeto en sus brazos y me llevo a un tronco, donde me sentó en sus piernas y comenzamos a contemplar el mar.

Isis y Anna Lee 

Isis

Estaba furiosa por la presencia de Cesaré, Césare o como se llame ese maldito; estaba jaloneando a Anna para que me llevara a mi casa. La estancia en la biblioteca fue más larga de lo que creía, cuando vi mi reloj de pulsera me di cuenta lo tarde que era pero por suerte ya le había avisado a mis padres que llegaría tarde así que no tendría muchos problemas con ellos.

-Anna, te noto algo sonrojada. ¿Que pasó? - le pregunté un poco extrañada - No pasa nada, es sólo que me dio algo de vergüenza cuando me empezaste a halar mi polo - me respondió ella un poco avergonzada - ¡Maldito pervertido! - exclamé furiosa - Relájate, no es la gran cosa... ¡ya pasó! sube al auto hay que ir a casa. - me respondió con una voz calma, abriendo la puerta del auto para que yo subiera.

Me llevé el libro del risco y traté de recordar un poco el lugar que se suponía yo conocía,  mientras subía al auto avisté un cuervo negro, agarrando un papel con su pata derecha, me dio curiosidad saber que llevaba así que decidí ir por el papel. -Anna, espérame un segundo - le dije bajándome del auto para ir detrás del cuervo - ¿A donde vas? - me preguntó ella - No demoraré, tranquila.

El pequeño pajarito negro estaba descansando sobre la rama de un manzano con el papel enrollado en su pata derecha, afortunadamente el árbol no era muy alto así que decidí buscarlo sigilosamente. El cuervo se dio cuenta de mis intenciones y dejó caer el papel. Salté y atrapé el papel. Lo abrí y tenía un mensaje en tinta indeleble.

 "Falta poco para encontrarnos pequeña
tu padre te dirá donde esta el lugar 
que estas buscando. 
Te veré antes del amanecer."

Sabía que esta nota era de uno de los mentores de la biblioteca, pero no sabía quien era el que me la había escrito, y es más ¿Cómo sabía que mi padre conocía dicho lugar? Cada vez me sentía mas confundida. - ¿Sucede algo Isis? ¿Que hay en ese papel? - me preguntó Anna preocupada - La verdad uno de los mentores ha hecho contacto conmigo con esta nota a través de un cuervo; mira la nota tu misma - le contesté tímidamente dándole el papel.

Anna se sorprendió y quedó boquiabierta ante aquello... ¿Quién será? - se preguntó rascándose la cabeza e intentando hallar una respuesta a tal interrogante - En fin - le contesté - creo que mejor voy a averiguarlo yo misma - dicho esto revise mi reloj y traté de calcular a que hora amanecería.

De pronto, una voz misteriosa dijo con una gran calma -Isis, tienes dos horas para vernos en nuestro lugar. Anna se asustó ante la voz, yo en cambio, sabía que era el mentor que quería verme, miré a Anna y le pregunté -¿Podrías llevarme al lugar del libro? - Anna algo temerosa asintió con la cabeza -Pero tenemos que ir primero con tu padre para saber donde queda el lugar - me contestó en voz baja.

Inmediatamente subí al auto y regresamos tan rápido como pudimos a mi hogar. Bajé del auto y pedí a Anna que me esperara. Mi padre estaba en la sala principal - Hija mía, que gusto verte. ¿Tuviste suerte en tu búsqueda? - me preguntó con una gran sonrisa. Yo le mostré el libro, respiré profundamente y mirándolo a los ojos le pregunté - Padre... ¿Sabes dónde queda este lugar?

Mi padre observó el libro detenidamente, después de revisarlo se fue a su oficina con paso lento, decidí seguirlo, se acerco a su escritorio y saco un mapa. Me miro con algo de nostalgia en sus ojos y me dijo -Hija mía, ese lugar fue donde le pedí matrimonio a tu madre y te llevé un par de veces cuando eras más pequeña porque te encantaba la puesta de sol, toma este mapa - estiró su brazo con un papel un poco arrugado y viejo -Creo que alguien quiere verte en ese lugar, con este mapa llegarás rápidamente - Agrego, Tomé el mapa y le di un abrazo a mi padre - Buena suerte en tu búsqueda hija mía - se despidió mi padre acompañándome a la puerta y luego se quedo parado en el umbral para verme partir.

-Cuídala mucho Anna, por favor- dijo mi padre
-Tranquilo señor, yo la cuidare- Contesto Anna con una Sonrisa

Después de alejarnos de la casa le mostré el mapa a Anna. - ¡Vamos rápido! - grité entusiasmada. Anna cogió el mapa e inmediatamente salimos disparadas hacia aquel lugar.

Anna Lee y el frío de la tundra 

Aquel mapa extraño nos mostraba una serie de senderos por seguir. habíamos avanzado mucho, llegamos al final del camino donde comenzaba la espesura y no podíamos avanzar más, así que dejé a Isis en un sendero cercano al punto que marcaba el mapa.

-¿Estás segura que quieres hacer esto?- le pregunté a Isis cuando salía del auto
-Es... difícil de explicar... Siento que debo ir hacia ese lugar ¡Tengo que hacerlo Anna!- -Está bien, Isis.- añadí.

Volví a encender mi bólido y emprendí el camino de regreso a casa, estaba segura que Isis podía encontrar el camino de regreso también, por un rato me quedé pensando en su experiencia y también la mía con el misterioso Arceus y su mundo paralelo. Estaba tan distraída con mis pensamientos que no me percaté de la presencia de una sombra misteriosa cruzando el sendero.

El vehículo se sacudió de manera violenta y de inmediato accioné el freno de mano, el carro derrapó unos metros hasta que se detuvo. Sinceramente, tuve un miedo terrible. Supuse que lo que había arrollado había podido ser algún animal así que salí del carro y confirmé mis dudas: un extraño animal peludo de color blanco yacía en el suelo. Fui a inspeccionar al animal y vi que era.... nada más y nada menos.. que un perro san bernardo.

Estaba en el suelo... moribundo tal vez. inspeccione sus signos vitales y estaba aun con vida, así que fui hacia mi vehículo para ver en que condición estaba. Me deslicé y encontré un objeto de madera. Supuse que era la carga del animal, pues conociendo a los san bernardos... seguro tenia una carga importante como para estar aquí. Revisé y entre los pedazos de madera encontré una nota que decía:

"En frío debes estar, un viaje debes realizar.
Te estaré esperando en aquel misterioso lugar, en el cual tu corazón descansa" 

Estaba confundida con lo que tenía en mis manos. De inmediato reaccioné, pues recordé que tenia al animal herido detrás mio. No sé como, pero cargué al débil animal hacia el auto, para guarecerlo dentro. El suave pelaje del animal hizo que me durmiera a los pocos minutos. Vagué de sueño en sueño, hasta que sentí despertar súbitamente en una cueva.

-¿Y el perro?-  me pregunte a mi misma en voz alta.
Estaba pero de lo más confundida, no sabía donde estaba así que me levanté y me dispuse a encontrar una salida. Fue sencillo encontrarla pues estaba derecho en el sendero. Cuando salí de la cueva entró en mí una sensación imponente; me había trasladado a un paisaje helado, con poca vegetación.

De pronto un ladrido que salió de la nada llamó mi atención, era aquel San Bernardo al cual casi atropellé y al notar mi presencia este echó a correr, no lo dudé y empecé a seguirlo. Al poco rato que emprendí caza al perro empezó una fuerte ventisca y el perro estaba saliendo de mi campo visual, me apresuré a seguirlo. No sé cuanto habré corrido pero cuando estaba por cansarme, el perro se detuvo ante una figura. Aquella figura que parecía de un humano estaba esperando a que me aproximase. Usé la poca energía que me quedaba para acercarme hacia el misterioso hombre de la tundra.

Sentía que estaba a punto de desmayarme, hasta que levanté la mirada para reconocer a la desconocida figura: era Arceus. era la primera vez que veía su rostro... no podría describirlo bien, la fuerte ventisca azotaba mi rostro.

-¿Que haces aquí?- pregunte cuando de pronto detrás mio aparece el can.
-"Hoy lo sabrás pequeña. Hoy lo sabrás. Este es el lugar que tu corazón buscaba. Donde tu corazón descansa"-

No pude más, después de escuchar aquello me desvanecí ante la sublime mirada de Arceus cubriéndome de un manto de nieve y hielo... al borde de la muerte y aquella luz que me rodeaba...

Los Guardianes

Riley

-Este lugar es hermoso Phoenix- suspire mirando el grandioso paisaje
¿sabes que es este lugar Riley? - pregunto él de forma seria, de modo que me intimide un poco
-la verdad no, pero me siento como si perteneciera a el- conteste sin mirarlo
-en este lugar reside en especial tu corazón, pero también el de todos, porque en el mar todas las aguas se unen, aunque no se mezclen del todo-
-¿a qué te refieres?- cuestione un poco confusa

y en ese momento una luz, que no sabia de donde provenía me levanto y sentí como me abrazaba, de alguna forma voltee y allí  estaba Anna y a su lado el Viajero, a mi otro lado estaba Isis, pero de alguna forma sentía que no estaban allí realmente...

"Estos son los cuatro Discípulos, cada uno de su Mentor
El día ha llegado para ellos, dichosos porque conocerán las cosas como nadie mas
Las historias de este y otros mundos, los relatos que para algunos son solo mitos
Leyendas vivientes que han de ser al lugar que pertenecen.

Del Mar y del aire se cuentan las notas mas dulces jamas oídas
y de la tierra y su fuego las mas terribles habladurías, pero siempre de hombres
Ustedes han de recorrer mas terreno, el tiempo no existe y para ustedes es invalido.

A partir de hoy Césare de Atroveran Discípulo de Magnus
A partir de hoy Isis de La Tierra Norte Discípula de Arlequin
A partir de hoy Anna Lee de La Tierra Norte Discípula de Arceus
A partir de hoy Riley de Ivaler Discípula de Phoenix
Han de seguirnos hasta que completen sus Leyendas y pasaran a la historia de la biblioteca de Orion
como aquellos que fueron elegidos"

aquellas voces eran tan potentes, dulces pero imponentes que cualquiera se intimidaría ante ellas como estoy segura que todos lo hicimos, así es como lo recuerdo, aunque ya ha pasado tanto tiempo desde eso... recuerdo que después de esas palabras una luz mas fuerte aun nos cegó y ese fue el comienzo de nuestras aventuras, ese fue el inicio de nuestro viaje ancestral que hasta el día de hoy todos hemos de llevar para siempre grabados en nuestra piel.

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