jueves, 4 de julio de 2013

La Biblioteca de Orión: Anna Lee, Pt. 2 - El Milagro y el Durmiente

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No sé de que manera, pero de la nada aparecí otra vez en la choza de Arceus. ¿Era todo lo que había visto... un sueño? No se sí lo era. Pero pues..
El tenía su mano en mi cabeza apoyado, a mi oído estas palabras susurró:

"En tus manos estará el milagro por realizar. Para lo cual, a este lugar vendrás, donde tu corazón, frío y tibio como el manantial, descansa, para del manuscrito el misterio descifrar y tus penas y tormentos eliminar.
Si conmigo quieres hablar, tu corazón listo debe estar.
Ahora ve pequeña, que el milagro está a punto de comenzar...


Dicho esto, Arceus puso de nuevo su mano en mi cabeza, haciendo que de golpe despierte. Nada mas y nada menos, que en el auto. Pero con un detalle, el san bernardo ya no estaba. Me incorporé y salí del auto. Me dí cuenta que ya estaba amaneciendo ya. ¿Que habrá hecho Isis en su lugar?... pensé eso por un momento, pero mis cavilaciones estaban enfocadas solo en encontrar al perro y salir de allí. Busqué entre matorrales cercanos..  y cuando estaba casi por rendirme.. Apareció. estaba bebiendo de un manantial cercano. Es cuando recordé las palabras de Arceus...

"Para lo cual, a este lugar vendrás, donde tu corazón, frío y tibio como el manantial, descansa.."

El perro había soltado su carga sobre el pasto para poder beber tranquilamente. Noté que estaba abierta, así que abrí el compartimento. Lo que encontré fue extraño... era un papel.. este decía lo siguiente:

"El carruaje divino refrescado está, así que al guardián 
en protección debe dar. ¡Vaya con el Centinela del orden y la verdad!, que en el lugar de las historias sin fin debe El Pergamino buscar y al Guardián custodiar"

Al parecer el que escribió esta carta quería que me quede con el perro..Ugh.. que molestia.. pero.. ¿Centinela? ¿porqué dar ese término a un perro? no lo sé.. 
Es cuando se me ocurrió llamar al perro para que venga a mí:

-¡Eh! perrito.. ¡perrito! ¡ven!- no me hacía caso el perro - ¡Ven perro!¡Ven!- Nada.
es cuando se me ocurrió llamarle de otra manera:
-Ugh... ¿Centinela?- de inmediato el canino voltea completamente y cambia su atención hacia mí. Se acerca lentamente y se sienta en frente mío.
-Eh... Creo que te llamas centinela, ¿no?- El perro me mira con profundidad.
-Bueno, será mejor que nos vayamos de una vez.. trataré de encender el auto-

A partir de entonces el Can siguió todos mis pasos y todas mis ordenes. estuvimos unos cuantos minutos cruzando aquel sendero de donde vine, hasta que por fin llegamos a el descompuesto vehículo, pero con un detalle: de la nada, la llanta donde estaba atracada la pequeña carga del animal ya no estaba... y el vehículo estaba en otra posición a la que recuerdo haber dejado... hmm.. que extraño, recuerdo que la llanta se quedó atascada por aquella carga.. pero en fin. Tenía que ver si todo estaba en orden, así que encendí el motor y.. ¡Eureka! ¡funciona todo!

Me sentí pero de lo más feliz, pero recordé que tenía que emprender marcha desde ya. Estuve a punto de pisar el acelerador cuando recordé... que estaba dejando al perro a su suerte en el frondoso y misterioso bosque. Estaba mirándome con unos ojillos saltones que me enternecían:

-Está bien...- Suspiré rendida a los encantos del tierno animal -Puedes subir-
En ese mismo instante el perro soltó un ladrido y corrió a subirse al asiento del copiloto. Emprendí marcha después de mucho esperar.

Me mataba de la curiosidad de que si seguiría la historia de El Detective Esteban..
Wow... Estaba viviendo de verdad la novela del mismísimo Arceus...  Era increíble.

Debía saber que pasaba después... es así que me dirigí hacia la biblioteca directamente. Cruzamos durante horas el camino, hasta que llegamos por fin hasta el magno sitio. Bajé, y es cuando el perro corriendo se adentró primero a la biblioteca, comencé a seguirlo, me adentré rápida y sigilosamente a la Biblioteca.
Ni bien entré, Gala estaba allí en su puesto de bibliotecaria. La miré y al parecer percibía lo que tenia que hacer. Así que, sin decirme palabra alguna, alzó su mano y señaló con su dedo hacia uno de los pasillos. Con la mirada le dí las gracias, y esta me respondió con un gesto cariñoso y puro.

Corrí hacia la dirección indicada, y allí estaba el perro, con un libro bajo él. Caminé lentamente hacia el animal, cogí el libro mientras le acariciaba. Aquel libro era el mismo que vi en mi sueño. No podía esperar más..

Es entonces que caminé hacia el vestíbulo principal de la biblioteca, Centinela me seguía fielmente hacia donde estaba. Me senté en uno de los sillones...

  







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